Llevaba tiempo esperando este momento, un año y cinco meses es demasiado tiempo sin tener noticias de mi Capitán. El frente de batalla es un lugar muy duro para vivir semana tras semana, sin esa figura que, brazalete en ristre, guarda de todos nosotros. Sé que todo este tiempo su presencia, de una u otra manera, ha sido constante, apoyándonos en la distancia de un graderío y dándonos su aliento en los momentos malos. Pero, aquí en el frente, el frío se deja notar sobremanera, dieciséis meses en “soledad” se hacen eternos.

Parece un domingo cualquiera, otra jornada más de esta rara y complicada temporada. Seguimos con la ilusión del primer día, pero por unas cosas o por otras, los resultados nos han sido adversos. Me aventuro a los vestuarios, tengo que preparar las fichas para el partido. Quito descartes, lesionados y sancionados, y meto a los 16 jugadores que esta semana se tienen que batir el cobre. Una sensación especial recorre mi piel, una ilusión que perseguía desde hace dieciséis meses, un abismo al que asomarse pensando en todo lo que ha pasado desde entonces. Llegar al dorsal número ocho y volver a ver allí a mi amigo y “hermano”, volver a verte junto a todos, pisando el mismo campo que tantas alegrías nos ha dado,… Domingo de emociones y sentimientos encontrados.

Mentiría si dijese que para mí, igual que para mucha gente, el domingo no fue un día especial. Había otra luz, quizás el aura de nuestro Capitán iluminase esa mañana de domingo y trajese nuevos bríos. Ilusión por verte disputar de nuevo, por batirte jugada tras jugada entregándote como te ha enseñado otro Grande de esto del fútbol como fue Mora, tu antecesor y espejo en el que mirarse. Estamos tranquilos, el relevo está asegurado con los Capitanes que tenemos al mando.

 Sólo pude ver una parte, hubiera pagado millones por quedarme todo el partido. Fueron cuarenta y cinco minutos que parecieron una vida. Disfrute de cada lance y cada balón en el que intervenías como si me estuviera cobrando estos dieciséis meses de fútbol que una jodida lesión me robó. Supongo que como todos y cada uno de los que en la grada habían venido a verte y que, de una manera u otra, habían padecido junto a ti esa lesión.

 Expresar lo que significas para mí me deja parco en palabras, no sólo dentro del campo, en el que creo que eres un 10, si no fuera de él, donde no habría forma de ponerte nota. Generoso, cercano, afable, LEAL, eres el primero en dar la mano para ayudar, trabajador, humilde,… Toda palabra que diga no haría justicia con lo que representas. Eres el paradigma de hijo perfecto, y en parte tiene su lógica por los ejemplos que tienes en casa, padres y hermanos, que te han inculcado esos valores de manera muy eficiente. Las mismas palabras que te digo son extensibles a ellos, sois como una segunda familia para mí.

                Se acabó el túnel, el trabajo en la oscuridad. Has ganado la batalla y ahora toca reconquistar tu espacio. Por fe y ganas sé que no quedará, nadie como tú mismo para creer en tus posibilidades.

¡BIENVENIDO DE NUEVO, MI CAPITÁN!

Fdo: Sito Gattuso, Ladrillero Mayor del Reino